jueves, 17 de junio de 2021

"SILVESTRE II" El Papa Científico del año 1000

 



SILVESTRE II

El Papa "Científico" del año 1000




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La historia de Silvestre II está repleta de leyendas y exageraciones, que derivan básicamente de su curiosidad por la cultura druida, su pasión por la ciencia árabe y por haber vivido al frente de la Iglesia el cambio de milenio. Gerberto de Aurillac fue, además, el primer pontífice francés en ocupar el sillón de San Pedro en el año 999, en plena efervescencia de las profecías que anunciaban el fin del mundo.


Gerberto se educó en el monasterio de Aurillac, siendo de orígenes humildes, y posteriormente estudió en Reims y Cataluña, donde fue iniciado en las ciencias de los árabes. Bajo la protección del conde Borrell II, el joven se formó en Barcelona y más tarde entró en contacto con maestros árabes de Córdoba y Sevilla. Así se apasionó por la ciencia un hombre que llegó a convertirse en un experto astrónomo y matemático, algo que en la Europa cristiana de aquellos años no solo era atípico sino propio de magos.


El Papa mago, cuyos poderes eran La Ciencia



Gerberto de Aurillac se le atribuye haber introducido en Francia el sistema decimal y el cero, construir uno de los primeros globos terrestres y un reloj de péndulo, y, lo que resulta más inverosimil, inventar una cabeza parlante que respondía a todo lo que se les preguntaba e incluso predecían el futuro. La biografía del Papa Druida mezcla así continuamente datos reales con imposibles. Se contaba que de niño había vivido en una cueva junto a un temible ermitaño de quien había heredado los perdidos poderes mágicos de los druidas celtas. A los 12 años unos monjes lo vieron tallando una rama para hacerse un tubo con el que observar las estrellas, y se lo llevaron a estudiar a la abadía.

Tras pasar su infancia en la abadía y su juventud en la Península Ibérica, Gerberto estuvo una temporada como maestro del joven Emperador Otón III, al que acompañó a Italia para su coronación. Allí Gregorio V le nombró arzobispo de Rávena en 998 (a causa de disputas con el anterior Papa nunca le fue devuelto el arzobispado de Reims, que había portado por un tiempo) y cuando Gregorio V murió, el 18 de febrero de 999, Gerberto fue elegido su sucesor gracias a la influencia del Emperador y a su creciente poder en Roma. Tomó el nombre de Silvestre, como aquel Papa que había muerto en el último día del año del siglo IV.

Silvestre II alcanzó la cabeza de Roma en medio de las salvajes luchas entre el Emperador y la nobleza local, encabezada por los condes de Tivoli y la familia de los Crescenzi, que habían desempolvado el viejo estandarte de las legiones romanas, SPQR («el Senado y el Pueblo Romano»), para oponerse a las aspiraciones de Otón III de convertir la ciudad en la capital de su imperio. Y ya por entonces aquel misterioso monje francés que acompañaba al Emperador a todos los sitios era conocido por los romanos como «el mago» y sus hábitos eran estimados como impropios de un clérigo. Pero aquel «mago» no estaba por la labor de disimular su amor por la cultura árabe y pasaba muchas horas observando la Luna y las estrellas desde la basílica de San Juan Laterano, entonces sede pontificia.

La agitación política iba a terminar de golpe con esa vida a medio camino entre la religión y la ciencia. En el año 1001, el Emperador y el Papa tuvieron que abandonar precipitadamente Roma al estallar una rebelión instigada por la nobleza local. Cuando planeaban su regreso, Otón III contrajo unas fiebres tan fuertes, quizá la malaria, que el 23 de enero de 1002 dejaron a Silvestre II sin protector. Abandonado por los alemanes, negoció con los nobles romanos un regreso como simple jefe espiritual de la Iglesia. Murió poco después, el 12 de mayo del 1003.

Más allá de su leyenda negra, el pontificado de Silvestre II es reconocido por tomar medidas contra los abusos en la vida de los clérigos causados por la simonía y el concubinato, por combatir la corrupción que inundaba la Iglesia y por la evangelización de Hungría y Polonia.


Una tumba profética



El interés por la ciencia y la cultura a través de los textos clásicos le granjeó la abierta enemistad de un sector de la Iglesia, que llegó a acusarlo de pactar con el demonio. En los antiguos códices guardados en catedrales y museos pueden encontrarse grabados en los que se representa a Silvestre II en compañía de Satanás. El periodo en el que le tocó vivir era propenso a este tipo de mitos: el primer cambio de milenio.

Aunque a partir del siglo XX muchos historiadores han cuestionado que existiera realmente un temor milenarista en toda Europa, el testimonio de un monje de la Borgoña francesa llamado Rodolfo Gabler demuestra que al menos en una parte de Europa se extendió cierto pánico. Puede que no sobre el fin del mundo pero sí sobre la llegada del Apocalipsis, que anunciaba la liberación del Diablo para el comienzo de un reinado que se prolongaría durante un milenio. Muchos interpretaron la elección de Gerberto d´Aurillac como parte de dicha profecía, la llegada del Anticristo en forma de un Papa poco convencional.

La archibasílica de San Juan de Letrán en Roma fue antes que la de San Pedro el epicentro del poder pontificio y la morada eterna de algunos papas medievales. Entre estos destaca la tumba dedicada al enigmático pontífice Silvestre II, también conocido como el Papa Mago o el Papa Druida, a la que se le achaca el poder de predecir la muerte de los sucesores de San Pedro. Así, el sepulcro destila agua y registra ruidos de huesos cuando el fallecimiento de un pontífice es inminente. O al menos eso dice una leyenda surgida en medio del ruido del cambio del primer milenio.

Incluso la documentación de la biblioteca de la Universidad Gregoriana recoge la leyenda del pacto con el diablo y añade que el Papa Silvestre, protector de los monasterios de Sant Cugat del Vallès y Sant Benet del Bages, confesó su culpa antes de morir. Mientras agonizaba pidió que su cuerpo fuese mutilado y depositado en un carro tirado por bueyes. Allí donde el carro se detuviese, debía ser enterrado. No en vano, los bueyes no se pararon hasta la basílica de San Juan Laterano.

Pero sin duda la leyenda más famosa sobre Silvestre II está relacionada con su tumba, situada en una hornacina del segundo soportal inferior derecho de la basílica. Lo es porque supuestamente el sepulcro «suda» y el rumor de un crujir de huesos aflora desde el interior cuando un Papa está a punto de morir. Algunas crónicas narran incluso cómo la basílica de San Juan de Letrán se llenaba de barro por la cantidad de humedad que surge del sepulcro del Papa en esos días previos al fin de un pontífice.












viernes, 4 de junio de 2021

LA QUE "PUDO" SER LA BOMBA ATOMICA ESPAÑOLA "Proyecto Islero"

 


LA BOMBA ATOMICA ESPAÑOLA

PROYECTO 

"ISLERO"




LA BOMBA ATOMICA DE PLUTONIO QUE FRANCO "NO" QUISO 


El Doctor Don Guillermo Velarde Pinacho  militar y científico español. Presidente del Instituto de Fusión Nuclear de la Universidad Politécnica de MadridGeneral de División del Cuerpo de Ingenieros Aeronáuticos del Ejército del Aire de España, Profesor Emérito del Departamento de Ingeniería Nuclear de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales (UPM).



¡SIN DUDA EL MEJOR CIENTIFICO ESPAÑOL DEL SIGLO PASADO!


Datos importantes que se deben de tener en cuenta antes de abordar los acontecimientos históricos ocurridos:

1.- El Profesor Velarde, Militar e Ingeniero Aeronáutico estudio en USA Energía Nuclear, destacando ya desde temprano la faceta Nuclear de FUSIÓN. (Eduard Teller) había dado el paso para fusionar átomos de Hidrogeno naciendo la BOMBA TERMONUCLEAR. 

2.- Para el Equipo de Velarde el cálculo de una bomba de FISION de Plutonio era realmente fácil. El Diseño fue personal del Doctor Velarde.

3.- El Plutonio se obtuvo de Vandellos que ya estaba en marcha la central de HIFRENSAEn 1977 se conocía el alcance proyectado para el Centro de Investigación Nuclear de Soria: 140 kilos de plutonio al año, suficiente para fabricar 23 bombas anuales.

4.- El Equipo de Velarde no perdió la oportunidad de recopilar toda la información que pudo de las bombas caídas en Palomares que eran Termonucleares (FUSION).  Y en palabras del propio Velarde al General Franco el equipo tenía los conocimientos para construir ya no una bomba de FISION de Plutonio, sino una de HIDROGENO.

5.- Se produce el asesinato del Amirante carrero Blanco por una panda de chiquiteros pagados por USA (Voló Carrero- Voló Argala).

6.- En el derribo del Avión sobre "OIZMENDI" el Ministro López Bravo llevaba una documentación muy secreta ¿PUDO SER DEL PROTECTO ISLERO?.

6.- USA no quería ni en broma que España tuviera poder Atómico.   

7.- Sabemos  (Por diversas Fuentes y experiencias personales). ¡Yo fui alumno de Velarde! que el prototipo se construyo y se probo en el Sahara. 




¿ESPAÑA TIENE PODER ATOMICO?
¿DONDE LO GUARDA?









 Al proyecto de la bomba de plutonio, el desarrollo de sus componentes y a una futura fabricación y prueba de las bombas le puse el nombre de Proyecto Islero, en recuerdo del miura que mató a Manolete y que presentía terminaría matándome a disgustos". En 1963, Guillermo Velarde, físico y militar del Ejército del Aire, ya era consciente de lo que se le venía encima: la titánica tarea de poner en marcha un proyecto científico de élite con el objetivo de meter a España de lleno en uno de los clubs más exclusivos del mundo, el de las naciones nucleares.

 

Dadas las implicaciones del proyecto, los científicos no serían los únicos desafíos a superar, ya que la política interna y externa de la dictadura primero y la democracia después tendrían mucho que decir al respecto y de hecho serían las responsables de que España finalmente no tuviese armas atómicas.

 

Velarde lo cuenta todo en 'Proyecto Islero. Cuando España pudo desarrollar armas nucleares', la "historia de una España que pudo ser y no ser", una detallada crónica de nuestra carrera nuclear que comienza con el accidente nuclear de Palomares en 1966, en el que Velarde recibió el encargo de examinar los restos de las dos bombas y de recoger muestras para ser analizadas en la Junta de Energía Nuclear (centro de investigación y órgano asesor del Gobierno en temas de seguridad y protección nuclear), y termina a principios de los años 80, cuando España renunciaba oficialmente a la fabricación de armas nucleares.

Átomos para la Paz y Marruecos

Años antes de esta historia, en 1955, España había firmado con Estados Unidos un acuerdo de cooperación nuclear dentro del programa Átomos para la paz que sirvió para que nuestro país no partiese de cero en el desarrollo nuclear: gracias a aquellas ayudas, en diciembre de 1958 Franco inauguró el Centro de Energía Nuclear Juan Vigón en la Ciudad Universitaria de Madrid.

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Fueron las complicadas relaciones con Marruecos a partir de su independencia en 1956 las que hicieron surgir el interés por una bomba atómica española. Los altos mandos militares, con Franco y Carrero Blanco a la cabeza, comenzaron a ver la bomba como una necesidad para reforzar el papel de España en Europa y para disuadir a Marruecos de atacar sus territorios fuera de la Península. En caso de conflicto, Estados Unidos ya había avisado de que no iba venir en su ayuda.

 

Por eso en 1963 comenzó a fraguarse la idea de una bomba atómica española, con el encargo de un informe sobre las posibilidades reales que había de construirla sin alertar a la comunidad internacional. Unas posibilidades que no parecían muy prometedoras en un principio, hasta que el accidente de Palomares hizo caer en manos de los técnicos españoles restos de las bombas americanas. A partir de la investigación de esos restos se puso de nuevo en marcha el Proyecto Islero.

Plutonio y un proyecto secreto

Desde el principio, el Proyecto Islero se mantuvo en secreto. Cuenta Velarde cómo los distintos equipos que trabajaron en él no sabían a qué se dedicaban los demás ni cuál era el fin último de sus investigaciones. El trabajo se dividió en dos fases: "la primer correspondía al proyecto de la bomba atómica en sí, y la segunda a la construcción de un reactor nuclear, de la fábrica de los elementos combustibles del reactor y de la planta de extracción del plutonio de los elementos combustibles sacados de este reactor".

 

Velarde apostó en todo momento por una bomba de plutonio, y no de uranio. El uranio 325, del que se necesita un 80% para construir una bomba atómica, había que obtenerlo en plantas de difusión gaseosa, que por coste, consumo eléctrico y dificultades técnicas estaban fuera del alcance de España. El plutonio 239, que forma al menos el 94% de una bomba atómica de esta base, se podía conseguir en un reactor nuclear pequeño y una potencia térmica cien veces inferior a los utilizados para producir electricidad.

 

La pega era que, con este segundo elemento, el proceso posterior de fabricación de la bomba era mucho más complejo, "pero debido a la gran capacidad científica y técnica de la mayoría de los investigadores de la JEN", asegura Velarde en su libro, "estaba totalmente convencido de que podía desarrollarse y construirse".

Pospuesto indefinidamente por orden de Franco

Pero Franco no veía nada clara esta opción. En una reunión que mantuvo con él en 1966, Velarde recibió la orden de posponer indefinidamente el desarrollo del proyecto. El dictador estaba convencido de que antes o después sería imposible mantenerlo en secreto, y España no estaba en condiciones de soportar otras sanciones económicas. A cambio, permitió que las investigaciones siguiesen adelante, siempre desligadas de las Fuerzas Armadas, y se comprometió a no firmar un acuerdo internacional que se estaba negociando en ese momento para prohibir la fabricación de armas nucleares. Pero eso era todo por el momento.

 

El General Franco estaba convencido de que antes o después sería imposible mantenerlo en secreto, y España no podría soportar otras sanciones económicas

 

Así que cuando el 1 de julio de 1968 casi 50 países firmaron el Tratado de No Proliferación Nuclear, España no estaba entre ellos. Poco tiempo después se instalaba en la sede de la Junta de Energía Nuclear (JEN, hoy Centro de Investigaciones Energéticas Medioambientales y Tecnológicas) el primer reactor español con capacidad para producir plutonio para las bombas, y los primeros gramos de este material se obtuvieron el año siguiente.

 

En 1971, a instancia de Manuel Díez Alegría, jefe del Alto Estado Mayor, Velarde retoma el proyecto Islero. Díez Alegría opinaba que "la defensa de España no debía dejarse en manos de Estados Unidos ni de la OTAN, aunque en un futuro pudiésemos entrar en esta organización. España necesitaba su propia fuerza de disuasión nuclear". Un informe elaborado por Velarde y otros militares ese mismo año concluía que España podía poner en marcha con éxito "la opción nuclear". Las miras estaban puestas en la central de Vandellós, donde se podría obtener el plutonio de forma discreta (de tecnología francesa, el general Charles De Gaulle apoyaba la idea de una España atómica), y se barajaba el desierto del Sáhara como lugar para realizar las pruebas.

Carrero Blanco y  Henry Kissinger

Dos años después, Carrero Blanco se convertía en presidente del Gobierno. Sin muchas simpatías con EEUU ni Israel, quería una relación entre iguales con los estadounidenses: si querían seguir utilizando las bases en territorio español, tendrían que compartir sofisticada tecnología militar y comprometerse a defender al país en caso de ataque.

 

La víspera del atentado en el que murió, el 19 de diciembre de 1973, Carrero Blanco se reunió con Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano, con la idea de presionarle para que firmase un nuevo tratado de colaboración que incluyese sus peticiones. Bajo el brazo llevaba dos folios que resumían el Proyecto Islero: España podía fabricar bombas atómicas, y lo haría si no se llegaba a un acuerdo por el que EEUU garantizase su seguridad. Horas después de esa reunión, en la que no logró arrancar a Kissinger un acuerdo concreto, Carrero Blanco moría al explotar una bomba bajo su coche.

La bomba durante la Transición

Ni su muerte, ni la de Franco dos años después, supusieron el fin del Proyecto Islero. Según relata Velarde, a los pocos días del atentado, con Carlos Arias Navarro como nuevo presidente del Gobierno, recibió la noticia de que se iba a avanzar con el objetivo de disponer de un pequeño arsenal de bombas atómicas para el final de la década.

 

Pero la fuerza del proyecto se fue desgastando, primero porque desaparecieron de la escena todos los que lo habían impulsado desde las instancias políticas y militares, y segundo porque cuando en 1977 Jimmy Carter llegó a la presidencia, EEUU siguió presionando para que España firmase el Tratado de No Proliferación. Sin embargo, el Islero no desapareció sin más: en 1976 el ministro de Exteriores del primer gobierno de la Transición seguía insistiendo en la intención de "no ser los últimos de la lista" en tener la bomba. En 1977 se conocía el alcance proyectado para el Centro de Investigación Nuclear de Soria: 140 kilos de plutonio al año, suficiente para fabricar 23 bombas anuales.

 

Siguiendo indicaciones americanas, el OIEA estableció que todas las instalaciones nucleares españolas tendrían que someterse al control de sus inspectores

 

Los años siguientes fueron duros para la joven democracia española. A una campaña de atentados de ETA y las reivindicaciones nacionalistas en País Vasco y Cataluña había que añadir la inestabilidad política. Mientras, el presidente estadounidense Carter seguía presionando para conseguir un compromiso antiatómico de España, con amenazas de boicot económico incluido.

 

En una entrevista de Velarde con Adolfo Suárez, éste mostraba su interés con seguir adelante hacia la bomba atómica, así que España se resistía a firmar un acuerdo de no proliferación, pero hacía pequeños gestos para librarse de las presiones sin comprometer sus posturas futuras, pero la situación se complicaba. Siguiendo indicaciones americanas, el Organismo Internacional para la Energía Atómica estableció que todas las instalaciones nucleares españolas, y en especial el reactor Vandellós 1, tendrían que someterse al control de sus inspectores. "En caso contrario, EEUU impediría la importación de algunos componentes para las centrales nucleares productoras de energías eléctrica que se estaban contruyendo en España".

 

El golpe de Estado de 1981 puso la guinda de una época convulsa. En abril de 1981, algo más de un mes después del golpe de Tejero y ya con el nuevo gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo, España aceptaba las condiciones de Estados Unidos y sometía sus instalaciones al control de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. "Esto clausuraba de forma oficial el Proyecto Islero", lamenta Velarde. Años después, en 1987, el PSOE firmaba el Tratado de No Proliferación como parte del acuerdo para la integración en la Comunidad Económica Europea.






















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