¿QUIEN ESTÁ DETRÁS DE TODO ESTE MONTAJE POLÍTICO-Científico?
Es absurdo pensar que la temperatura del Planeta depende de un gas que se encuentra en el 0,04% en la Atmósfera, por cierto muy natural y muy humano, TANTO como el respirar, y no justamente lo contrario: ¡El CO2 EN LA ATMOSFERA depende de la Temperatura del Planeta y esta, POR SUPUESTO, del Sol!.
¡CAMBIO CLIMÁTICO "SI" PERO NO DEBIDO A LOS GEI!
¡No se puede ser mas pretencioso frente a la Naturaleza!
Ver el vídeo.
¡CAMBIO CLIMÁTICO "SI" PERO NO DEBIDO A LOS GEI!
¡No se puede ser mas pretencioso frente a la Naturaleza!
Ver el vídeo.
¡BASTA DE ALARMAS!
El dióxido de carbono (CO2) es un gas traza importante en la atmósfera de la Tierra que actualmente constituye aproximadamente el 0,04 % (400 partes por millón) de la atmósfera. A pesar de su concentración relativamente pequeña, el CO2 es un potente gas de efecto invernadero cuya función vital es regular la temperatura de superficie de la Tierra mediante su forzamiento radiativo y el efecto invernadero. Las reconstrucciones muestran que las concentraciones de CO2 en la atmósfera han cambiado, variando desde tan alto como 7000 partes por millón (ppm) durante el periodo cámbrico hace aproximadamente 500 millones de años a tan abajo como 180 ppm durante la glaciación cuaternaria de los últimos dos millones de años.
ESTUDIANDO EL GRÁFICO (En esta Escala de Tiempo) NO SE APRECIA UNA RELACIÓN ENTRE TEMPERATURA Y CONCENTRACIÓN DE CO2.
Ciclo del carbono
El Ciclo del carbono es un ciclo biogeoquímico por el cual el carbono se intercambia entre la biosfera, la litosfera, la hidrosfera y la atmósfera de la Tierra. Los conocimientos sobre esta circulación de carbono posibilitan apreciar la intervención humana en el clima y sus efectos sobre el cambio climático.
El carbono (C) es el cuarto elemento más abundante en el Universo, después del hidrógeno, el helio y el oxígeno (O). Es el pilar de la vida que conocemos. Existen básicamente dos formas de carbono: orgánica (presente en los organismos vivos y muertos, y en los descompuestos) y otra inorgánica (presente en las rocas).
Suele considerarse que este ciclo está constituido por cuatro reservorios principales de carbono interconectados por rutas de intercambio. Los reservorios son: la atmósfera, la biosfera terrestre (que, por lo general, incluye sistemas de agua dulce y material orgánico no vivo, como el carbono del suelo), los océanos (que incluyen el carbono inorgánico disuelto, los organismos marítimos y la materia no viva), y los sedimentos (que incluyen los combustibles fósiles). Los movimientos anuales de carbono entre reservorios ocurren debido a varios procesos químicos, físicos, geológicos y biológicos. El océano contiene el fondo activo más grande de carbono cerca de la superficie de la Tierra, pero la parte del océano profundo no se intercambia rápidamente con la atmósfera.
El balance global es el equilibrio entre intercambios (ingresos y pérdidas) de carbono entre los reservorios o entre una ruta del ciclo específica (por ejemplo, atmósfera - biosfera). Un examen del balance de carbono de un fondo o reservorio puede proporcionar información sobre si funcionan como una fuente o un almacén para el dióxido de carbono.
La producción de energía por parte del Sol no es constante. A finales del siglo XVII hubo un período de baja actividad solar, el Mínimo de Maunder, que coincidió con un período frío en la Europa del norte llamado Pequeña Edad de Hielo. Sin embargo, todavía no se ha demostrado perfectamente la correlación entre los ciclos solares y el clima terrestre. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta este estudio es la falta de datos anteriores a los inicios de la observación de la actividad solar en el siglo XVII. Actualmente, se intenta paliar esta carencia mediante modelos que permitan extrapolar los cambios en la actividad solar a épocas para las que no existen observaciones. A partir del presente se conocería el pasado y se adivinaría el futuro.
Intentar dilucidar hasta qué punto influye la actividad solar en el clima terrestre fue el objetivo de los científicos reunidos en el congreso "El ciclo solar y el clima terrestre", organizado por el Instituto de Astrofísica de Canarias y celebrado en Santa Cruz de Tenerife, del 25 al 29 de septiembre. Sami K. Solanki, director del Instituto Max Planck de Aeronomía de Lindau (Alemania), dedicó su intervención a las variaciones en el flujo solar durante los últimos cuatrocientos años.
El balance global es el equilibrio entre intercambios (ingresos y pérdidas) de carbono entre los reservorios o entre una ruta del ciclo específica (por ejemplo, atmósfera - biosfera). Un examen del balance de carbono de un fondo o reservorio puede proporcionar información sobre si funcionan como una fuente o un almacén para el dióxido de carbono.
EL SOL
La producción de energía por parte del Sol no es constante. A finales del siglo XVII hubo un período de baja actividad solar, el Mínimo de Maunder, que coincidió con un período frío en la Europa del norte llamado Pequeña Edad de Hielo. Sin embargo, todavía no se ha demostrado perfectamente la correlación entre los ciclos solares y el clima terrestre. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta este estudio es la falta de datos anteriores a los inicios de la observación de la actividad solar en el siglo XVII. Actualmente, se intenta paliar esta carencia mediante modelos que permitan extrapolar los cambios en la actividad solar a épocas para las que no existen observaciones. A partir del presente se conocería el pasado y se adivinaría el futuro.
Intentar dilucidar hasta qué punto influye la actividad solar en el clima terrestre fue el objetivo de los científicos reunidos en el congreso "El ciclo solar y el clima terrestre", organizado por el Instituto de Astrofísica de Canarias y celebrado en Santa Cruz de Tenerife, del 25 al 29 de septiembre. Sami K. Solanki, director del Instituto Max Planck de Aeronomía de Lindau (Alemania), dedicó su intervención a las variaciones en el flujo solar durante los últimos cuatrocientos años.
¿Cómo influye el Sol en la Tierra?
La influencia del Sol sobre la Tierra puede tener lugar de maneras diversas pero en última instancia siempre estará relacionada con el campo magnético solar. El Sol cambia las temperaturas y las densidades de la magnetosfera terrestre modificando el entorno de la Tierra. Este fenómeno debe tenerse en cuenta, por ejemplo, al operar satélites, ya que expande la atmósfera y aparece una fuerza de rozamiento que les puede precipitar hacia la Tierra. El Sol también influye sobre el clima con sus cambios de luminosidad. Prácticamente el 100% de la energía que llega a la Tierra procede del Sol, la mayoría en forma de radiación, de luz. Si la radiación aumenta, la Tierra recibe más energía.
FUENTE:
https://pijamasurf.com/2010/02/el-sol-la-causa-del-cambio-climatico/
Desde el punto de vista de muchos investigadores en el área de la astrofísica, los motivos de los cambios que ocurren en el clima de la Tierra hay que buscarlos fuera de ella, es decir, son de origen astronómico.
No hay duda de que el Sol es el que activa el clima de la Tierra. Su radiación de luz, de calor, de energía electromagnética y su fuerza gravitacional influyen definitivamente en los planetas que orbitan a su alrededor.
El Sol cambia constante y periódicamente, ya que su forma, su intensa actividad, la rotación de los gases que conforman su cuerpo y su propia órbita son afectados por los cambios de presión ejercidos sobre su masa, causando variaciones en la intensidad de su actividad y sus consecuentes manchas solares, cambios en su campo magnético y en la velocidad con que giran sus gases. Todo esto hace que las emisiones solares cambien, afectando a su vez el clima de la Tierra.
Es común pensar que el Sol se encuentra fijo, flotando en el Universo con un puñado de planetas girando a su alrededor. Si así fuera, el centro de gravedad del Sol sería el mismo que el centro de masa (baricentro) de todo el Sistema Solar. Pero el Sol no está inmóvil en un punto, gira sobre su propio eje y se traslada en una errática órbita por el efecto de la dinámica de los planetas que giran alrededor de él -en especial los más grandes: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno- que, cuando se alinean entre ellos con el Sol, lo impulsan en un movimiento en torno, o afuera, del centro de masa del Sistema Solar.
Aunque irregular, esta órbita solar alrededor del baricentro, presenta 8 patrones característicos, que se alternan, cada uno, con duración aproximada de 179 años, y que sucede cuando se alinean los planetas gigantes, el centro del Sol y el baricentro del sistema solar, iniciando así, un nuevo ciclo solar, caracterizado por una disminución dramática de su actividad.
Algunos de estos patrones generan trayectorias simples, casi circulares. Cuando la órbita solar presenta esta característica, la actividad solar es alta y, en consecuencia, la Tierra se calienta. Otros patrones generan órbitas más caóticas con trayectorias irregulares que corresponden a épocas de poca actividad solar y, por ende, de enfriamiento de la Tierra.
Según esta teoría, el más reciente de estos ciclos de enfriamiento comenzó en 1996 y sus efectos habrán de sentirse hacia el 2010. Los cuatro ciclos previos de enfriamiento corresponden a los descendos de temperatura documentados en los años 1270, 1430, 1620 y 1790 respectivamente.
COMO PODEMOS VER LA SUBIDA DE LA TEMPERATURA DEL 1880 AL 1940 TODAVÍA NO EMITÍAMOS TANTO CO2 ANTROPOGENICO
REDESCUBRIENDO
EL PERIODO CÁLIDO MEDIEVAL, EL ROMANO Y EL MINOICO, ASI COMO LA PEQUEÑA EDAD DE HIELO
Tenemos muchas pistas sobre este “calentamiento” que se vivió en Europa durante esos siglos, como por ejemplo que en Islandia se cultivara cebada durante el siglo XIII. Este cereal requiere de climas cálidos para crecer y por lo tanto no pudo darse en adelante con las condiciones climáticas actuales.
Además, los paleoclimatólogos han conseguido deducir, a partir del estudio de los anillos de varios árboles, que entre los años 950 y 1300 se produjo una sucesión de veranos cálidos (y más húmedos que los actuales) en los que los árboles crecieron muy rápidamente. Ello sumado a que los inviernos eran más suaves tuvo una serie de consecuencias que se observaron en la población europea medieval.
Los que sí que aprovecharon bien las circunstancias de las nuevas temperaturas fueron los escandinavos y daneses (vikingos, para entendernos) que le perdieron el miedo al Atlántico y colonizaron Groenlandia y algunos puntos de la costa canadiense en estos años. De hecho, Erik el Rojo fue el que bautizó a estos territorios como Tierra Verde (Groenland) cuando la intuición, antes de conocer este periodo, nos habría dicho que debería ser más bien blanca.
Fue el climatólogo británico Hubert H. Lamb el que acuñó el término Periodo Cálido Medieval para referirse al aumento de las temperaturas en el Hemisferio Norte en los años que nos ocupan (en el Hemisferio Sur aún no hay datos suficientes como para saber si también se produjo). Lamb documentó temperaturas más cálidas que tuvieron como consecuencia el retroceso de los casquetes polares, el aumento del nivel del mar y el retroceso de los glaciares alpinos durante esos siglos.
PERIODO CALIDO MEDIAVEL Y PEQUEÑA EDAD DE HIELO MUY RECIENTES.
MODELO DE PERIODOS CÁLIDOS DESDE EL PERIODO CÁLIDO MINOICO. Yo al contrario que los acomplejados científicos del IPCC puedo ver (EN ESTA GRÁFICA) UN PATRÓN DE COMPORTAMIENTO EN ESTA PARTE DEL MUNDO
Y EN LOS ÚLTIMOS 11.000 AÑOS