miércoles, 14 de diciembre de 2022

La Vendée (FRANCIA) 1793-1794 ¡EL HOLOCAUSTO DE CATOLICOS OLVIDADO! Siguiendo la agenda MASONICA DE DESCRISTIANIZACION.

 



EL HOLOCAUSTO OLVIDADO 

BARBARIE FRANCESA

EL GENOCIDIO DE LOS CATÓLICOS DURANTE LA REVOLUCIÓN FRANCESA: 

"LA VENDÉE".



OBJETIVO " ROBARLES AL PUEBLO SU FE"






Vendée 1793-1794.  

¿Crímenes de guerra? ¿Crímenes contra la humanidad? ¿Genocidio? Un estudio jurídico. Sigue trabajando para demostrar que estos tres tipos de delitos fueron cometidos en la Vendée por las tropas de la Convención DE LA REPUBLICA. 




La mayor masacre de católicos por motivos religiosos que se produjo en Francia con la Revolución francesa. La Revolución del Pueblo en defensa de su FE CATOLICA y la respuesta de MUERTE de los que decían luchar por la libertad, igualdad y fraternidad. Se trata del primer HOLOCAUSTO DE LA ERA MODERNA con estimaciones de asesinados que puede llegar hasta los 600.000.



¿Por qué califica la de la Vendée como una “guerra religiosa”?

Los futuros vendeanos, en 1789, habían acogido bastante bien a la Revolución. Pero tanto su cultura religiosa como su vida social estaban estructuradas por el catolicismo. Viviendo en pequeñas parroquias aisladas en su boscaje, en torno a sus “buenos sacerdotes”, tan cercanos a ellos pues procedían de sus filas, ven su mundo desmoronarse cuando se da caza a los que no aceptan la Constitución Civil del Clero para permanecer fieles a Roma. Cuando, además, se les pide que vayan a luchar en las fronteras para defender este nuevo orden que les golpea (marzo de 1793), tiene lugar la explosión. 

Enfrente, la “República” toma el valor de una verdadera “religión política” o “religión laica”: Michelet no inventó nada cuando habló de la Revolución como una nueva Iglesia y un nuevo Evangelio. Mona Ozouf evoca la búsqueda por parte de los revolucionarios de una “transferencia de sacralidad” en la fundación del nuevo régimen; una nueva legitimidad al modo como el rey se basó en la coronación de Reims. Pero ello requiere una “transferencia de fe”. 

El núcleo más profundo de esta guerra es religioso, pero religioso en ambos lados. Lo que realmente puso fin a la guerra de la Vendée fue el Concordato de 1801. Porque la guerra continuó a baja intensidad después de Thermidor y de los primeros intentos de pacificación de 1795 (tratados de La Jaunaye, La Mabilais y Saint-Florent): estos acuerdos no serán respetados por ambas partes, a causa fundamentalmente de que las autoridades parisinas no se atrevían a restaurar la libertad de culto, que es el verdadero motivo del levantamiento en la Vendée. 




En 1797, aún, se experimentará un resurgimiento de la política de descristianización (bajo el Directorio la mayoría de los edificios religiosos serán destruidos, caso, por ejemplo, de la famosa abadía de Cluny). Lo leemos explícitamente en el informe, presentado al Consejo de Estado por Simeón, para la ratificación del texto negociado entre Bonaparte y Pío VII: es la persecución religiosa la que está en el origen de la revuelta y si se hubiera restituido la libertad del culto público a los vendeanos antes, se habría tenido paz antes o, incluso, ninguna guerra. Después de todo, ni siquiera la ejecución del rey en enero de 1793 había provocado un levantamiento. Y después del Concordato no volverá a haber más levantamientos en la Vendée. 

La duquesa de Berry en 1832 no logrará levantar la región contra Louis-Philippe. Como en 1815, sólo unos pocos nobles, para los que la causa monárquica contaba tanto o más que la católica, se levantarán, pero los campesinos no los seguirán: habían obtenido el regreso de sus “buenos sacerdotes” y eso les bastó. Queda una pregunta: ¿por qué hubo una sola Vendée? De hecho, hubo muchos levantamientos contra la dictadura revolucionaria parisina, sumando hasta 60 departamentos en insurrección de los 83 que tenía entonces Francia. Ello se debe, bien a que el catolicismo de la Vendée estaba particularmente internalizado y “militante”, o que fue especialmente estructurador para la población que vivió en lo que devendría en “la Vendée militar”, o que fueron sus éxitos iniciales los que permitieron su generalización y la durabilidad del levantamiento… Todas esas causas pueden ser acumulativas. En cualquier caso, es un hecho que sólo el levantamiento de la Vendée pudo ser calificado, y esto desde el principio, como “guerra” por los propios revolucionarios parisinos.




La revolución era un «bloque», para usar la famosa frase de Clemenceau, que no podía admitir la existencia de derivas y  crímenes. Los Vendeanos eran criminales, traidores, escombros del pasado; mientras, el Terror fue absuelto en nombre de las «circunstancias». Hoy estamos alejados de aquello. La escasamente entusiasta celebración del Bicentenario en 1989 mostró claramente la existencia de varias fases en la Revolución y que difícilmente podríamos celebrar el período 1789-1792 (es más, no todo 1792), es decir, en la práctica, el período «liberal», el de la afirmación de los derechos humanos. Estos derechos fueron la gran víctima del período siguiente, desde las masacres de septiembre (1792) hasta el 9 de Thermidor (1794). 

El genocidio de Vendée cae dentro de este intervalo. Hoy, en que la República no admite contestación en Francia, podemos hacer distinciones y ejercer nuestro derecho de inventario sobre el período revolucionario que incluye “bueno”, “menos bueno” y “totalmente criminal”. Esto es lo que no admite la izquierda radical atrincherada en la Universidad, un espacio elitista de lo que Marcel Gauchet calificó como «izquierdismo cultural», transformado en un búnker de lo más confortable, más cuando no tiene arraigo en la realidad (aparte de la formación de profesores de historia y geografía, una realidad siniestra de una Educación Nacional que no está en buena forma). 

Los historiadores universitarios, que se especializaron en el período revolucionario y que son en su mayoría militantes de la izquierda radical, pueden decir cualquier cosa sin que ello tenga la más mínima importancia práctica. Hoy no se pueden leer, sin dejar de sonreír, algunas de sus obras del período comunista puro y duro (digamos, de 1920 a 1989) y sus falacias actuales no son menos ridículas. Me esfuerzo en continuar la línea de R. Secher, mediante su desarrollo jurídico, y demostrar que se podría reconocer este genocidio sin caer en el “arrepentimiento”, el “desatornillado de estatuas”, sin odio ni desprecio por nuestra historia nacional. 



Los enfrentamientos entre el ejército revolucionario y el pueblo católico


Los enfrentamientos entre el ejército revolucionario y lo monárquicos católicos de la Vendée fueron continuos hasta que en agosto de  1793, la Convención de París expidió un decreto disponiendo que el Ministerio de la Guerra enviase materiales inflamables de todo tipo con el fin de incendiar bosques, cultivos, pastos y todo aquello que arder pudiera en la comarca. En enero de 1794 el general Turreau, responsable de las “columnas infernales” (cómo serían de bestias que así se denominaban), escribía a la Convención nacional:Hay que tomar grandes medidas, hay que exterminar a todos los hombres que han tomado las armas, y golpear con ellos a sus padres, sus mujeres, sus hermanas y sus hijos. La Vendée debe de ser un gran cementerio nacional” 

Otro general, Marceau, escribe: "Por agotadas que estuvieran nuestras tropas hicieron todavía ocho leguas, masacrando sin cesar y haciendo un botín inmenso. Nos hicimos con siete cañones, nueve cajas y una inmensidad de mujeres (tres mil fueron ahogadas en Pont-au-Baux)". A los ahogamientos masivos en los ríos los llamaban “deportaciones verticales”.

"Fusilamos a todo el que cae en nuestras manos, prisioneros, heridos, enfermos en los hospitales", confiesa el general Rouyer.

Un oficial de policía, Gannet, denuncia lo que vio cometer al general Amey, que mandaba la división con sede en Mortagne:  "Amey hace encender los hornos y cuando están bien calientes mete en ellos a las mujeres y los niños. Le hemos hecho amonestaciones; nos han respondido que era así como la República quería cocer su pan. Primeramente se ha condenado a este género de muerte a las mujeres bandidas, y no hemos dicho demasiado; pero hoy los gritos de esas miserables han divertido tanto a los soldados y a Turreau que han querido continuar esos placeres. Faltando las hembras de los realistas, se han dirigido a las esposas de verdaderos patriotas. Ya veintitrés, que sepamos, han sufrido este horrible suplicio y no eran culpables más que de adorar a la nación. Hemos querido interponer nuestra autoridad, los soldados nos han amenazado con la misma suerte".  Como se puede ver, los nazis no inventaron nada simplemente desarrollaron y ampliaron los hornos crematorios que ya utilizaron los bestias de las “columnas infernales.  Lo que demuestra también este documento es que Gannet denuncia la situación cuando también son asesinadas las mujeres republicanas, mientras asesinaban a mujeres y niños católicos, se calla.


El capitán Dupuy, del batallón de la Libertad, escribe así a su hermana: "Por todas partes donde pasamos, llevamos la llama y la muerte. La edad, el sexo, nada es respetado. Un voluntario mató, con sus propias manos, a tres mujeres. Es atroz, pero la salvación de la República lo exige imperiosamente. No hemos visto un solo individuo sin fusilarle. Por todas partes la tierra está cubierta de cadáveres".


El cirujano Thomas describe escenas horrorosas: "He visto quemar vivos a hombres y mujeres. He visto ciento cincuenta soldados maltratar y violar mujeres, chicas de catorce y quince años, masacrarlas después y lanzarse de bayoneta en bayoneta tiernos niños que habían quedado al lado de su madre sobre las baldosas".




117.257 personas muertas en tan sólo unos meses fue el resultado de esta masacre, según las cifras de las indemnizaciones acordadas por Napoleón I en la región a partir de 1808.

Curiosamente, en doscientos años ningún historiador había investigado en profundidad esta matanza. El primero que lo hace es Reynald Secher que publica en 1986  La Vendée-Vengé. Le génocide franco-français (La Vandée-Vengada. El genocidio franco-francés). A raíz de la publicación del libro, Secher fue atacado de tal manera que a pesar de sus títulos académicos (doctorado en ciencias históricas y políticas en la Sorbona, doctorado de Estado en letras y ciencias humanas y otros) y de trabajar como profesor en distintos liceos y  como profesor de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de Rennes, debido a las conclusiones de su tesis sobre el genocidio de los Vendeanos, se ve obligado a renunciar a la Educación Nacional y, posteriormente, no podrá acceder como  profesor en la Universidad.  El mismo Secher explica lo sucedido: “Emprendo un trabajo de jurista. Pongo en evidencia las leyes y demuestro el plan (de los republicanos). Tengo todos los documentos, las cartas de Turreau… Me robaron quince días antes de mantener (la tesis) en la Sorbona. Chaunu (historiador de renombre ante el que leerá la tesis junto a otros historiadores) me asegura que he levantado un asunto muy serio. Me invita a ser prudente. Por la mañana recibo una llamada telefónica, según dicen, del rectorado. Quieren que nos encontremos en un café de Rennes. Un hombre me asegura que conoce mi tesis, que no la puedo mantener la víspera del Bicentenario (de la revolución), lo han planeado todo. “Le damos 500.000 francos y un puesto en la Universidad si no la lee. Si lo rechaza, enmierdaremos toda su vida”. Todo esto ocurre en 1986 en un país tan “democrático” y defensor de la libertad de expresión como Francia. Amenazan a un investigador por demostrar las barbaridades cometidas por los revolucionarios doscientos años antes. 

Aunque han pretendido que la masacre fue realizada por algunos malvados, Secher, documentos en mano, demuestra que fue planificada y realizada por el Comité de Salud Pública que dio órdenes precisas a los ejecutores. Robespierre, Carnot y otros dirigentes revolucionarios firmaron las órdenes del asesinato en masa, la destrucción de las casas, de las ciudades. Fue una decisión colectiva. Y las órdenes eran claras: “Exterminad”, ¡Exterminad a los bandidos” (así denominaban a lo vendeanos), “Exterminad la raza impura de los vendeanos que amenazan la República”. “Se trata de exterminar a todos los habitantes y de arrasar sus bienes. Incluso aclaran que es necesario exterminar preferentemente a las mujeres, "surcos reproductores", y a los niños, "futuros bandoleros" señala Secher en una entrevista a Gaudiumpress.

Secher considera que en la Vendée lo que se produjo fue un genocidio. Esta afirmación no ha gustado de nada en distintos sectores; como los datos son incontestables, la crítica se dirige a la palabra genocidio. Lo que no soportan es esa palabra. Admiten lo que pasó (no les queda más remedio) pero tildan esas barbaridades de crímenes de guerra. A nosotros nos da igual como lo llamen. Lo importante es que  fueron arrasadas poblaciones enteras y asesinadas casi 120.000 persona de la forma ‪más salvaje y que doscientos años después el historiador que investiga la barbarie es amenazado gravemente para que no la saque a la luz.







martes, 23 de agosto de 2022

Nuestra Señora de Medjugorje (croata: Međugorska Gospa). "LA REINA DE LA PAZ"

 



 Nuestra Señora de Medjugorje (croata: Međugorska Gospa). 

"Un pedacito de cielo en la Tierra"

Reina de la Paz ( croata : Kraljica mira )


Una hermosa joven de unos dieciocho años, de ojos azules y pelo moreno, con la tez blanca y las mejillas ligeramente sonrosadas, que sostiene en sus brazos a un pequeño bebé al que no logran ver, aunque aprecian que se mueve envuelto en una manta o toca. La joven viste un largo vestido azul claro, y un velo blanco cubre su cabeza, sus hombros y su espalda. La muchacha, de una belleza indescriptible según relatan las chicas, no pisa el suelo, sino que flota a un metro de altura sobre él, y sus pies están cubiertos por una nubecilla blanca.




“Soy la Bienaventurada Virgen María”



LOS VIDENTES de Ayer.

LOS VIDENTES DE HOY

LAS APARICIONES DE LA VIRGEN


Las apariciones de la Virgen, en el pequeño pueblo de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina), se iniciaron en el año 1981 cuando los videntes, seis chicos entre los diez y los dieciséis años, vieron en el monte a la Virgen María.

Desde entonces hasta de hoy millones de personas de los cinco continentes han visitado Medjugorje para vivir una experiencia espiritual que, en muchas ocasiones, ha cambiado la vida de quienes han acudido hasta allí en peregrinación como lo demuestran los miles de testimonios de curación y conversión, así como los centenares de vocaciones, obras caritativas y nuevas órdenes religiosas surgidas desde entonces.

Lo que ha dado en llamarse “El Fenómeno de Medjugorje” no es otra cosa que la experiencia de vivir las enseñanzas que la Virgen ha dado a la humanidad a lo largo de estos años por medio de sus mensajes que nos recuerdan las enseñanzas de la iglesia con el fin de alcanzar la paz en el mundo y la conversión de todas las almas por medio de la oración, el ayuno, la lectura de la Biblia, los sacramentos y la Eucaristía.Centromedjugorje.org





EL FENÓMENO DE MEDJUGORJE. HISTORIA DE LAS APARICIONES

Las apariciones de Medjugorje son, en el seno de la Iglesia Católica, un evento de apariciones marianas periódicas que la Iglesia estudia en nuestros días, apariciones que se iniciaron en 1981 en la localidad de Bosnia y Herzegovina que da nombre al fenómeno.

El Fenómeno de Medjugorje nace del testimonio de seis videntes, cuatro mujeres y dos varones que tenían, allá por 1981, entre 10 y 16 años.

De este fenómeno, y mientras la Iglesia sigue con apertura al mismo tiempo que prudencia el devenir de los acontecimientos, se han derivado una serie de hechos constatables en los miles de testimonios, vocaciones de conversión y de curación, relacionados con el evento.

Medjugorje se ha convertido desde 1981 en un fenómeno espiritual que ha llevado hasta este pueblo a millones de peregrinos venidos desde países de los cinco continentes y que a su vez se han llevado a sus países de origen la espiritualidad allí aprendida, derivada de los mensajes de la Virgen María.

La duración del evento, la periodicidad de las apariciones, la apertura de los supuestos videntes y los tiempos en que está sucediendo, convierten Medjugorje en el primer posible caso de apariciones marianas susceptible de investigar, con todos los medios y conocimientos disponibles a día de hoy, tanto científicos como teológicos, mientras está sucediendo, y no una vez sucedidos.

El Fenómeno de Medjugorje consistiría en una escuela de vida cristiana para el hombre de hoy, en el que la Virgen María presenta de un modo cercano y maternal un programa de trato con Dios, en el seno de la Iglesia, a través de la oración, los sacramentos, la lectura de la Palabra y el sacrificio.

Este programa se desarrolla a través de los mensajes que la Virgen María daría a estos seis videntes, a cada uno de ellos con una periodicidad diferente, y encargándoles también misiones diferentes por las que rezar y ámbitos en los que desarrollar su misión de testigos.










miércoles, 23 de febrero de 2022

PADRE ABAT DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT Doctor Josep María Soler i Canals "1989-2021"

 


Rdo. Doctor Josep María Soler i Canals

"El Sonriure de la Moreneta"



PADRE ABAT DEL MONASTERIO DE MONTSERRAT

Rdo. Doctor Josep María Soler i Canals


https://www.youtube.com/watch?v=tDaz3RYOHIo


https://www.youtube.com/watch?v=h5cK4Salrww






Josep Maria Soler y Canals

Josep Maria Soler y Canals (Santa Eugènia de Ter, 1946) és un eclesiástico catalan, abad de Montserrat desde el año 2000.

Nació en Santa Eugènia de Ter el 1946. De los cinco a diecisiete años vivió en Sabadell, donde estudió en el Colegio de los Claretians y de 1955 a 1956 fue discípulo de Pere Casaldàliga. Después estudió teología en el Seminario de los Claretians en Solsona. Postuló como monje en la Abadia de Montserrat el 1970, profesó el 1975 y el 1981 fué ordenado sacerdote. En 1976-77 colaboró en el Instituto Ecumenico de Tantur (Jerusalem), y en el Pontificio Ateneo de Sant Anselmo de Roma se licenció en teología sacramentaria (1978-80).

Visitador de la Província Hispánica de la Congregación de Subiaco desde el 1996, en Montserrat ha sido maestro de novicios y prefecto de júniors, y profesor en la Escuela Filosófica y Teológica de la Abadia de Montserrat, de la que fué el prefecto durante siete años, y también en el Instituto de Litúrgia y en el de Teología Espiritual de Barcelona. Desde el 1992 es vicepresidente de la Sociedad Española de Estudios Monásticos (SEDEM) y ha sido sotsdirector de la revista Studia Monastica. Fué elegido abad de Montserrat por la comunidad en mayo del 2000. Es autor de numerosos artículos y de libros de litúrgia y espiritualidad.


17 de Mayo 2000

La comunidad de Montserrat ha hecho una apuesta por la introspección y el respeto a la Congregación de Subiaco, a la cual pertenece el monasterio, con la elección del liturgista Josep Maria Soler Canals, de 54 años, como nuevo abad en sustitución de Sebastià Maria Bardolet, que ha dirigido Montserrat en los últimos once años. La elección supone una cierta sorpresa porque en esta ocasión, el prior, Josep Maria Cardona, no ha ascendido al cargo de abad, como sucedía desde la etapa de Antoni Maria Marcet.


Soler se impuso al actual prior, Josep Maria Cardona, y al biblista Ramón Ribera, que representaba al sector más abierto de la orden. El nuevo abad era visitador de la Congregación de Subiaco y por lo tanto hombre de confianza del presidente de la misma, el francès Thierry Portevin, que ayer presidió la votación de los 85 miembros de la comunidad. El proceso de elección ha sido rápido, debido en parte a que la ratificación a la que debe someterse el nuevo abad se produjo ayer mismo al encontrarse en Montserrat el presidente de la Congregación de Subiaco. La comunidad se había reunido en la Asamblea Capitular para la elección del abad el lunes, tras conocerse, el pasado viernes, la renuncia de Bardolet. La personalidad de Soler Canals, de 54 años, nacido en Santa Eugènia de Ter (Gironès), ha tenido hasta la fecha poca trascendencia pública, pero en cambio tiene un importante peso en la comunidad y en la congregación de Subiaco como uno de los máximos impulsores de la adecuación de la vida monástica de los benedictinos a las directrices del Concilio Vaticano II y del actual papa Juan Pablo II.


Josep Maria Soler Canals nació el año 1946, inició los primeros estudios de filosofia en el seminario de los Claretianos, en Solsona. El 1970 ingresó como monje en Montserrat y fue ordenado sacerdote el 1981. Tiene una amplia formación teológica y es un especialista en sacramentologia. Desde el 1996 ejerce el cargo de visitador de la provincia hispánica de la congregación de Subiaco, cuyo principal monasterio es el de Montserrat.


RADIOACTIVIDAD

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