André Marty
André Marty, el conocido como “carnicero de Albacete”, era un comunista francés que fue nombrado por Stalin inspector general de las Brigadas Internacionales (BI) y responsable de su cuartel general en la localidad castellanomanchega de Albacete. Marty fue uno de los responsables de la brutal represión a la que fueron sometidos los voluntarios de las BI por diferentes causas. Su vida, que tan solamente valía 75 céntimos para Marty, podía acabar entre torturas y asesinatos si osaban dudar de la disciplina comunista dentro del cuerpo, si solicitaban la devolución de su pasaporte o si reclamaban algún permiso concedido y no disfrutado y, por supuesto, la negativa a reengancharse tras cumplirse los seis meses que duraba su voluntariado era causa de sentencia automática de muerte. En cualquier caso, el responsable máximo de la represión sobre los interbrigadistas, como gustaban en definirse, lo tenía claro: ‘La vida de un hombre vale 75 céntimos, el precio de un cartucho’.
El propio Marty reconoció haber ordenado la muerte de casi 500 brigadistas a su cargo en Albacete. El reconocimiento lo hace en una carta enviada por el francés que se encontró en los archivos de la KGB tras la caída del muro de Berlín. En la carta decía, textualmente: “no he dudado en ordenar las ejecuciones necesarias. Esas ejecuciones, en cuanto han sido dispuestas por mí no pasan de quinientas, todas ellas fundadas en la calidad criminal de los condenados”. En su misiva obvia las, al menos, cuatro ejecuciones –dos tenientes y dos sargentos-, que asesinó en presencia de la tropa en el aeródromo de Albacete para dar un escarmiento público a quien quisiera abandonar las Brigadas.
Pero no fue el francés, que volvió a su país tras la guerra donde fue diputado comunista hasta un año antes de su muerte en 1956, el único criminal que asesinó u ordenó asesinar a camaradas por su “desafección al comunismo”. Son dos docenas de dirigentes comunistas los que cometieron crímenes similares: Josip Broz “Tito”, Alexander Orlov, Erno Gerö, Emilio Kléber, Karol Swierczewky, Richard Staimer, Walter Ulbricht, Enrich Mielke, Zimbaluek, Otto Flatter, Georg Scheyer, Marcel Lantez, Vital Gayman, Martino Martini, Richard Ruegger, Vicenzo Bianco, Vittorio Vidali, Emilio Suardi, Alfred Herz o George Mink, Herman o Alexander Petrovich Ulanovsky, Palmiro Togliatti, Luigi Longo, Emil Copic, Vladimir Copic, Rudolf Frei, Moritz Bressler y Wilhelm Zeisser.
El propio Marty reconoció haber ordenado la muerte de casi 500 brigadistas a su cargo en Albacete. El reconocimiento lo hace en una carta enviada por el francés que se encontró en los archivos de la KGB tras la caída del muro de Berlín. En la carta decía, textualmente: “no he dudado en ordenar las ejecuciones necesarias. Esas ejecuciones, en cuanto han sido dispuestas por mí no pasan de quinientas, todas ellas fundadas en la calidad criminal de los condenados”. En su misiva obvia las, al menos, cuatro ejecuciones –dos tenientes y dos sargentos-, que asesinó en presencia de la tropa en el aeródromo de Albacete para dar un escarmiento público a quien quisiera abandonar las Brigadas.
BRIGADISTAS INTERNACIONALES VENCIDOS POR DENTRO Y POR FUERA.
¡Que Dios les PERDONE!
¡YO NO PUEDO DESDE LUEGO!
Pero no fue el francés, que volvió a su país tras la guerra donde fue diputado comunista hasta un año antes de su muerte en 1956, el único criminal que asesinó u ordenó asesinar a camaradas por su “desafección al comunismo”. Son dos docenas de dirigentes comunistas los que cometieron crímenes similares: Josip Broz “Tito”, Alexander Orlov, Erno Gerö, Emilio Kléber, Karol Swierczewky, Richard Staimer, Walter Ulbricht, Enrich Mielke, Zimbaluek, Otto Flatter, Georg Scheyer, Marcel Lantez, Vital Gayman, Martino Martini, Richard Ruegger, Vicenzo Bianco, Vittorio Vidali, Emilio Suardi, Alfred Herz o George Mink, Herman o Alexander Petrovich Ulanovsky, Palmiro Togliatti, Luigi Longo, Emil Copic, Vladimir Copic, Rudolf Frei, Moritz Bressler y Wilhelm Zeisser.