EL PRIMER ORDENADOR PERSONAL
DEL MUNDO
"LA PROGRAMMA 101"
DEL MUNDO
"LA PROGRAMMA 101"
En la primavera de 1962 Roberto Olivetti, el entonces presidente de la compañía italiana Olivetti, dio instrucciones al ingeniero Pier Giorgio Perotto para iniciar el estudio de viabilidad de una calculadora electrónica capaz de automatizar una secuencia de instrucciones, tendría que estar al alcance de un usuario no especializado, a un precio razonable y que tuviera unas dimensiones reducidas parecidas a las de una máquina de escribir.
Pier Giorgio Perotto ideó una máquina pequeña, flexible, con memoria, fácil de usar y programable mediante un lenguaje de programación sencillo para que cualquier persona pudiera programarla, básicamente un ordenador personal.
Para desempeñar el encargo, Perotto creó un equipo de desarrollo con cuatro hombres más; Gastone Garziera, Giovanni De Sandre, Giancarlo Toppi y Giuliano Gaiti.
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Gastone Garziera, Giancarlo Toppi, Pier Giorgio Perotto y Giovanni De Sandre. Giuliano Gaiti no aparece porque fue quien realizó la fotografía con la cámara de Perotto.
Pier Giorgio Perotto, inventor en 1965 del primer PC. Perotto inventó el primer sistema que se llamó ‘La Programma 101’ y la tarjeta magnética que precedió al disco. Trabajó como director general de investigaciones en la compañía Olivetti de 1967 a 1978.
El científico, nacido en Turín el 24 de diciembre de 1930, recibió por sus invenciones el prestigioso premio Leonardo Da Vinci del Museo de Ciencias y Técnicas de Milán en 1991. ¡A los Ingenieros no se les da el Nobel!
Giorgio Perotto invirtió toda su vida en el desarrollo de computadoras, aportando una valía tecnológica muy importante para su época.
Primera computadora personal en comercializarse, de ingeniería y producción italiana. Su valor era de $3,200, de la cuales aproximadamente 44,000 fueron vendidas en USA. Sus funciones consistían en realizar funciones aritméticas básicas (suma, resta, multiplicación, raíces y potencias).
El diseño exterior corrió a cargo de MARIO BELLINI, un joven arquitecto italiano:
Recuerdo que un día recibí una llamada de Roberto Olivetti: "quiero verte para un proyecto complejo que estoy construyendo". Se trataba del diseño, no de una caja conteniendo mecanismos y circuitos impresos, sino un objeto personal, algo que tenía que vivir con una persona, una persona con su silla sentada ante una mesa o escritorio y que tenía que empezar una relación de comprensión, de interacción, algo muy nuevo, porque antes de esa fecha las computadoras eran tan grandes como un armario. Con un armario nosotros no tenemos ninguna relación: de hecho, los armarios más bellos desaparecen en la pared. Pero esto no era un armario o una caja, se trataba de una máquina diseñada para ser parte de su séquito personal.
"La Programma 101" debía estar encima de una mesa, en un entorno de oficina o incluso en un hogar. No podía tener un aspecto descuidado. El resultado fue una auténtica pieza de museo. De formas elegantes, tenía 3 teclados (numérico, operaciones y acceso a memoria). Los resultados se visualizaban a través de una micro-impresora integrada (no tenía pantalla) similar a las de un terminal de punto de venta actual. Disponía de dos luces que indicaban cuando estaba procesando y cuando estaba disponible para recibir instrucciones. La programación podía guardarse en unas tarjetas magnéticas, precursoras de lo que serían luego las disqueteras.
Los ingenieros del equipo de Georgio se enfrentaron a retos monstruosos sin referencias en las que inspirarse. ¿Cómo fabricar un pequeño ordenador cuando el punto de partida eran las salas repletas de componentes de IBM? A modo de ejemplo, la "memoria" de los ordenadores de la época eran dispositivos gigantescos y ruidosos, por lo que los ingenieros desarrollaron un nuevo sistema llamado línea magnetoestrictiva radicalmente diferente. No pudieron evolucionar la solución técnica existente, debieron buscar una nueva vía. Partir de tan lejos les permitió afrontar el reto con una mirada original.
A partir de estas soluciones tecnológicas novedosas, Olivetti creó un producto realmente redondo. Se trabajó a fondo en la usabilidad. Crearon un lenguaje de programación propio que debía ser entendible por una persona cualquiera. El manual de instrucciones de la Programma 101 es un auténtico prodigio que permitía usar el ordenador incluso a un niño. Obviamente, cuanto más sencillo debía ser para el usuario, más difícil era para los ingenieros.
La Programma 101 es capaz de calcular las cuatro funciones aritméticas básicas (suma, resta, multiplicación y división), además de la raíz cuadrada, valor absoluto y parte fraccionaria. También limpiar, transferir, intercambiar y detener una entrada. Tiene 16 instrucciones de salto y 16 instrucciones condicionales de salto. Hay 32 etiquetas disponibles como destino para las 32 instrucciones de salto y/o las cuatro teclas de inicio (V, W, Y, Z).
Cada registro contiene una serie de 22 dígitos con signo y punto decimal.
Su memoria consiste en 10 registros: tres para operaciones (M, A, R); dos para almacenamiento (B, C); tres para almacenamiento y/o programar (asignable según se necesite: D, E, F); y dos para programar solamente (p1, p2). Cinco de los registros (B, C, D, E, F) pueden ser subdivididos en medios registros, conteniendo números de 11 dígitos con signo y punto decimal. Cuando se usa en programación, cada registro completo guarda 24 instrucciones.
Se imprimían los programas y los resultados en un rollo de cinta de papel, similar al de una calculadora o una caja registradora.
La programación era similar al lenguaje ensamblador, pero simple, ya que había menos opciones. Dirigía el intercambio entre los registros de la memoria y los registros de cálculo y las operaciones en los registros.
Los programas almacenados podían ser grabados en las tarjetas de plástico de aproximadamente 10 cm x 20 cm que tenían una capa magnética en un lado y una superficie para escribir en el otro. Cada tarjeta podía ser grabada en dos franjas, lo que le permitía almacenar dos programas. Los diez registros se almacenaban en la tarjeta, permitiendo que los programas utilizaran un máximo de diez almacenan de 11 dígitos constantes.
El programa para el cálculo de logaritmos ocupaba ambas bandas de una tarjeta magnética.
Pese a todas las dificultades, en 1964 nacía la Programma 101, gracias a la fe inquebrantable de un equipo de ingenieros inspirados por un visionario, Roberto Olivetti. El producto se presenta en la exposición universal de Nueva York. Toda la exposición gira en torno a las grandes computadoras, como las de IBM, que deben ocultarse debido a su gran tamaño.
La Programma 101 ocupa un papel secundario para la empresa, por detrás de una nueva calculadora mecánica estrella. Se presenta a modo de prototipo de lo que Olivetti podría llegar a hacer. Sin embargo, la Programma 101 rápidamente eclipsa a todo lo que la rodea. Se hacen demostraciones de cómo el nuevo ingenio puede calcular la órbita de un satélite en 2 segundos, frente a toda la audiencia. La gente se siente fascinada por aquella máquina capaz de hacer cálculos programados complejos y que podía verse y tocarse, tenerla encima de una mesa.
Los asistentes vieron lo que los directivos-burócratas no habían visto: había nacido una nueva categoría de producto, el ordenador personal, 15 años antes de que Steve Jobs y Bill Gates empezasen sus aventuras empresariales.
La Programma 101 llegó a numerosos ámbitos donde nunca antes se había conocido el uso de ordenadores como es el caso, entre otros, de la medicina, pequeñas empresas, estudiantes, Ingenieros, Arquitectos, topógrafos y como "gran logro" llegó a introducirse dentro de la vida cotidiana de las personas, algo inimaginable para las grandes computadoras que en ese momento existían.
Otro uso que se le dio a la Programma 101 fue en la planificación de operaciones bélicas en la Guerra de Vietnam por parte de las fuerzas aéreas norteamericanas, más concretamente para calcular coordenadas en los bombardeos dirigidos desde tierra del B-52 Stratofortress.
La agencia espacial norteamericana NASA compró en 1966 más de 10 unidades que utilizó en la elección de puntos de aterrizaje y en el cálculo de las maniobras de alunizaje de la misión Apolo 11 que en julio de 1969 llevó al hombre a la luna por primera vez.
LA MEMORIA DE LA 101
Utilizaba transistores y diodos, montados en tarjetas de circuito impreso de resina fenólica. Para guardar los registros usaba una memoria de retardo acústica de alambre, con un retardo de 2,2 milisegundos, continuamente se enviaban los bits por el alambre, y con un contador y un reloj se conseguía recuperar el dato que se necesitaba en cada momento. Esta memoria era muy sencilla y bastante fiable, aunque funcionaba mejor una vez se calentaba la máquina, ya que el alambre podía sufrir pequeñas dilataciones.
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