LOS TRENES DE JAEN
Y
Las Desgracias del Pozo del Tio Raimundo
Durante el verano de 1936, se produjo el primer fusilamiento en masa, aún cuando todavía no se había producido ningún importante enfrentamiento bélico (Fue el Mayor Fusilamiento de católicos y gentes de pensamientos de derechas en todo el Periodo de la República). y el jueves 11 de marzo del 2004 se produjo el cobarde asesinato en atentado de decenas de gentes de bien por parte de los Etarras-yihadistas.
Una BOTA CICLOPEA de Silencio cubre ese episodio que nada tiene que ver con una guerra civil, sino con la Historia Universal de la Infamia.
El jueves 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió el más trágico atentado terrorista de su historia con 191 muertos y más de 1.500 heridos. En varios trenes cerca de las estaciones de El Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia y Atocha. El dolor y el luto nacional anularon la campaña electoral por decisión unánime de los políticos. Tres días después se celebraron las elecciones generales que dieron la victoria contra todo pronóstico al PSOE tras ocho años de gobierno del Partido Popular, aunque este trágico suceso no fue el primero que ocurrió en El Pozo del Tío Raimundo.
Así el mismo día 10 de agosto de 1936, y después de la salida de un primer tren repleto de presos procedentes de la catedral de Jaén –convertida en prisión donde se encontraban 1.200 presos procedentes de la misma capital y de otras localidades de la provincia - con destino a la cárcel de Alcalá de Henares vía Madrid, se organizó otra consecutiva expedición –en un segundo tren- también procedente de Jaén capital con otros 250 presos y con el mismo destino que el anterior. Horas antes de que éste segundo tren llegara a Vallecas, hizo una parada en el cercano y anterior pueblo de Perales del Río, según declaración de don Venancio Martínez González, el 19 de diciembre de 1939, ante los jueces de la Causa General.
Desde entonces el llamado segundo Tren de la Muerte que llegó el día 12 del mismo mes a las proximidades de Madrid, la entonces cercana localidad de San Cristóbal de los Ángeles, donde se encontraba la ‘estación o apeadero de Santa Catalina’ cercana al pueblo de Vallecas, allí, un abundante número de milicias armadas procedentes de dicho pueblo les esperaban en el apeadero, haciéndose de inmediato con los diez vagones del convoy y conduciéndolos acto seguido a un lugar llamado ‘El Pozo del Tío Raimundo’.
En éste segundo tren, según declaró el superviviente don Andrés Portillo Ruiz, bajo juramento en la Causa General:
“Entonces como ya estábamos en poder de los rojos, estos pusieron el tren en marcha con dirección a Alcalá de Henares, pasado en ésta línea el apeadero de Santa Catalina, hay un sitio que se llama ‘POZO DEL TIO RAIMUNDO’ donde paró el tren y bajando a los detenidos por la cabeza del tren de 10 en 10 no sin antes quitarles todo cuanto a ellos se les figuraba de valor...”
Acto seguido les hicieron bajar a todos, y en pequeños grupos los fueron fusilando en el repecho que había próximo al cerro de Santa Catalina, mientras que unos 40 lograron salvarse saltando del tren en el momento de ser éste detenido en aquel apeadero. Estos fueron seguidamente detenidos y conducidos al pueblo de Vallecas, donde después de una larga deliberación entre milicianos y miembros de los comités del pueblo, fueron posteriormente conducidos a la cárcel Modelo de la capital, según relata en su libro Don Angel Aparicio Alonso:
“Un día llegaron SEIS detenidos procedentes de Jaén. Eran los supervivientes del ‘tren de la muerte’, que fue detenido en Vallecas... Nos contaron el caso del sacerdote al que torearon y mataron con un estoque, como si de un toro se tratara”.
Algunos de ellos serían más tarde asesinados en Paracuellos, mientras que todos los demás unos 189, fueron enterrados en dos nuevas zanjas abiertas junto a las tapias del cementerio de Vallecas.
Después de la guerra, se lograron rescatar un total de 206 cadáveres entre ellos el del Sr. Obispo de Jaén Monseñor Manuel Basulto Jiménez, junto con su hermana Teresa y el Vicario General D. Félix Pérez Portela y demás compañeros, los cuales fueron exhumados y trasladados a sus lugares de origen. En la catedral de Jaén se encuentran varias lápidas de mármol con los nombres de todos ellos, a excepción de algunos y de dos monjas Hijas de la Caridad que también fueron fusiladas.
Recordemos que en la misma estación de Atocha durante aquella época, ya funcionaba una checa en el llamado ‘Salón Regio’ –entonces Salón Rojo-, la cual fue trasladada en octubre de 1936 a la calle Príncipe de Vergara, número 9, siendo sus miembros integrantes de las Milicias Ferroviarias Aragonesas de la CNT, y dirigidas por Eulogio Villalba Corrales.
El día 12 de agosto ingresaron en la "Cárcel Modelo" de Madrid, los 40 supervivientes de la masacre que se produjo en él anden de la estación de Vallecas, al llegar el tren procedente de Jaén con unos 300 presos destinados a las cárceles madrileñas. Entre los que salvaron milagrosamente la vida se encontraban dos ex-alumnos del Colegio de El Escorial, que tras pasar un tremendo calvario, fueron llevados primeramente al Ayuntamiento de Vallecas, después a la Casa del Pueblo de la misma localidad y por último, un desfile por varias checas de la capital hasta terminar por fin en la Cárcel Modelo donde se hacinaban cientos de presos comunes y miles de detenidos por el Frente Popular. Entrando, aún con el susto metido en el cuerpo, pudieron relatar a sus compañeros lo sucedido.
(Copia literal del Libro: "La Dominacion Roja en España. Causa General". Páginas 177-178)
Venían de Jaén unos trescientos detenidos, prensados en el tren. Cerca ya de Madrid, en Villaverde, se apoderaron de ellos los milicianos del pueblo, a pesar de los cuarenta guardias civiles encargados de su custodia, y comienzan allí mismo el fusilamiento más feroz e inhumano en grupos de veinticinco, sin indagar sus personas ni delitos. Hay tristes escenas de padres, que presencian la muerte de sus hijos y viceversa. El Obispo de Jaén, Excmo. E Ilustrísimo Sr. Don Manuel Basulto, cae de rodillas exclamando:
Perdona, Señor, mis pecados y perdona también a mis asesinos:
---Esto es una infamia, exclama su hermana Teresa, yo soy una pobre mujer.
---No te apures, se le contesta, a ti te matará una mujer.
Y acto seguido, se adelanta una desgreñada miliciana llamada Josefa Coso "La Pecosa", que la sacrifica allí mismo a sangre fría. Cuando faltaban unos cuarenta, se adelanta del grupo Leocadio, joven de 19 años, y, encarándose con el jefe de milicias, le dice que él responde con su vida de todos los del grupo remanente. Y ¡oh prodigio! El feroz mandamás suspende las ejecuciones amenazándole:
---¡Ay de ti, si me engañas! Llevad a éstos a Vallecas y que demuestren su inocencia.
Hasta aquí el relato de lo sucedido por el testigo. Pero la historia completa según los documentos es la siguiente:
El Excmo. E Ilmo. Sr. Obispo de Jaén, Don Manuel Basulto Jiménez, fue traído de aquella ciudad para ser asesinado en el lugar conocido con el nombre de "Pozo del Tío Raimundo", próximo al Cerro de Santa Catalina, del término de Vallecas (Madrid), en unión de su hermana y del Deán y Vicario General de aquella Diócesis, Don Félix Pérez Portela. Las expresadas víctimas, juntamente con unos doscientos detenidos de aquella provincia, bajo pretexto de ser trasladados a la Prisión de Alcalá de Henares, fueron conducidos a un tren especial que sobre las once de la noche del día 11 de agosto de 1936 salió de Jaén custodiado por fuerza armada, siendo el trayecto constantemente vejados por las turbas que esperaban en las estaciones de paso y que los insultaban y apedreaban, llegando el convoy a Villaverde (Madrid), donde fue detenido por los marxistas, que con gran insistencia pedían les fueran entregados los presos para asesinarlos. El Jefe de la fuerza que venía custodiando a los detenidos habló entonces por teléfono con el Ministro de la Gobernación rojo, y el resultado de la conferencia fue retirar las fuerzas mencionadas, dejando en poder de la chusma a los ocupantes del tren, que fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o ramal de circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del "Pozo del Tío Raimundo". Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del tren tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres ametralladoras, siendo asesinados el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo y el Vicario General Don Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la única persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a realizarlo, llamada Josefa Coso "La Pecosa", que disparó su pistola sobre la mencionada señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a mansalva del resto de los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por unas dos mil personas, que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío. Estos asesinatos, que comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto de 1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas, efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del crimen relatado.
(Copia literal del Libro: La causa General. Páginas 177-178)
FUENTE: http://www.martiresdeparacuellos.com/tren_jaen.htm
Desde muy temprano esperaron el tren que la mañana del 12 llegaría a Atocha desde Jaén. Lo desviarían en el apeadero anterior a Atocha, Santa Catalina, para llevarlo a una zona de obras en Vallecas. La Guardia Civil que custodiaba a los presos fue sustituida por Guardias de Asalto, los Guardias Civiles partieron en tren a Atocha, y al poco los guardias de Asalto al mando de un teniente que recibió órdenes concretas del gobierno con Pozas como ministro de Gobernación, abandona la custodia partiendo en coches para Madrid.
En este momento se materializa la primera obra teatralizada de una ejecución masiva de inocentes, con acomodadores, tramollistas, y algo más de un millar de espectadores, sin poder precisarse el número al no haber previsto el control de las entradas.
Bajo la autoridad del teniente coronel de Ingenieros Lacalle, sin poder precisar si también estuviese presente en el desenlace, los presos pasaron a manos del Batallón Libertario que a pie vías, y sobre los merlones, los taludes de la trinchera del ferrocarril se escenificó como espectáculo de másas la ejecución de unos doscientos presos no juzgados.
La Guardia Civil, ausente en los últimos momento de “esta gesta”, recibió apoyos de los Carbineros y Guardias de Asanto; y cumpliendo órdenes se fue del lugar, sin estar presente cuando se ejecuta la infamia.
Este hecho internacionalmente fue conocido y provocó el rechazo hacia la causa del gobierno de Madrid al existir evidencias de actuar contra derecho, al no respetar los más elementales derechos humanos, con sus consecuencias diplomáticas.
Para la Historiagrafía de la guerra ha pasado esta tragedia, como cubierta por una gran capa de silencio, por el despropósito de infames conductas que tanto a nivel nacional, como local, se representan.
MIL VECES ASESINOS MIL VECES
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